dimecres, 4 de gener del 2012

Sonríe

Si él tiene alguna razón para sonreír, a pesar de todos los motivos que tiene para no hacerlo, tu tienes un millón de razones más.

El forastero

Llega un día en el que la muerte aparece en tu vida, de repente y sin avisar. Se presenta ante tu puerta, y toca el timbre. Tardas en ir a recibir, porque te pilla de imprevisto. Vuelve a llamar, impaciente, pero tu no quieres abrirla, porqué no sabes quién es. Recuerdas que tu madre siempre te ha dicho que no abras nunca a los desconocidos. Así que cierras la puerta con llave, con todos los pestillos e incluso pones la cadena, aquella con la que jugabas cuando eras pequeño. Llama y vuelve a llamar, cada vez más fuerte y más violenta, pero resistes a abrir. Estás asustado, te alejas de la puerta, te escondes en el armario, debajo la cama, en la bañera, detrás de las cortinas, pero ningún sitio parece seguro. La muerte no quiere alargar más lo inevitable, coge carretilla y corre hacía la puerta dispuesta a abrirla con todas sus fuerzas, con un golpe consigue romper la cadena, aquél juego de infancia en el que conseguías poner a tu padre de los nervios. Vuelve a coger carretilla y poco a poco va rompiendo los pestillos. Con un golpe final, consigue abrir la puerta. La muerte ha entrado en tu vida, y una vez dentro no va a querer salir nunca más. Con el paso del tiempo aprendes a vivir con ella, aunque no te guste y tengas que aguantar sus bromas pesadas, al final comprendes que forma parte de tu vida. Debes respetarla y no tentarla, pero nunca, jamás, debes vivir pendiente de ella. Porque no olvides, que es ella el forastero, y esta es tu vida.