“Es ella o
yo. Y ahora mismo no puedo permitirme ese lujo. Mi familia me
necesita.” Se acerca a ella despacio, está tan asustado que no
siente su cuerpo y apenas puede pensar con claridad. La mira a los
ojos, húmedos y aterrorizados, y de su boca salen dos palabras sin
sonido: lo siento. Con la mano temblando clava el cuchillo justo en
su corazón, no quiere que sufra. Tira el cuchillo al suelo, su brazo
y su cara están manchados de sangre, su cuerpo se derrama. Unos
minutos más tarde su cuerpo y su mente parecen estar de nuevo en
funcionamiento. Se levanta rápido, con las ideas claras. Coge el
dinero de la caja, y sale por la ventana sin dejar rastro. Sube a la
moto, la adrenalina le obliga a dar gas y augmentar la velocidad.
Consigue recuperar la serenidad e intenta calmar sus emociones. En
cuanto llega al río, quema la chaqueta negra y los guantes en la
orilla y se lava la cara y las manos. Los primeros rayos de sol se
cuelan por entre los edificios. Se fuma un cigarrillo mientras goza
del espectáculo del nacimiento de un nuevo día.
Cierra la
puerta sin hacer ruido, aún es muy temprano y no quiere despertar a
nadie. Deja los croasanes recién hechos encima de la mesa. “Qué
bien huelen. Los niños van a alucinar. Se acabó pasar hambre.” Se
pone a la cama despacio, pero es incapaz de dormir. Contempla a su
mujer mientras duerme, y le acaricia el pelo y la cara. Su rostro ha
envejecido más de lo que debería. Le abraza y cierra los ojos. “A
partir de ahora todo va a ir bien.”
http://www.youtube.com/watch?v=w_eByNkmuLQ
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