dilluns, 21 de febrer del 2011

El viaje en tren


Tengo miedo. No quiero pasar por esto. Sólo quiero que sea rápido y sin dolor. A pesar de mi juventud, mi muerte puede estar lejos o cerca. Nadie lo sabe. Se que parece una estupidez, pero en cualquier momento puede pasar. Nadie tiene una garantía. Nadie. Sólo quiero saber que hay más allá de la muerte, como todos. Preguntarse eso ya es una pérdida de tiempo. La vida es como un largo viaje en tren, en el que se sube gente nueva a cada parada, y en el que se baja gente en una  estación oscura e indefinida. En el tren hay distintas vagonetas. Ahora yo viajo en la segunda, y es horrible. Pero cuando esté en la tercera o en la cuarta, echaré en falta todo esto. Ahora mismo no encuentro mi sitio en el tren. Me siento perdida. A veces me gustaría parar el tren y descansar, porque el tren siempre va hacia adelante y a toda velocidad. No tengo tiempo de ver los detalles del paisaje. Las vías del tren son de sentido único. No sé hacia donde se dirige el tren. Sólo sé que un momento u otro todos bajamos a esa tenebrosa y oscura estación, de la cual nadie ha vuelto jamás. Cuando algún pasajero se baja del tren te sientes extraño, el tren parece más vacío, más triste, más de color gris. Y es que hagas lo que hagas en el viaje en tren, da igual, si no te esfuerzas o si intentas disfrutarlo, porque todos nos bajamos en esa maldita estación. Todos. El viaje en tren es un viaje de un aprendizaje. El amor es la peor asignatura de todas, sin embargo, el odio es la más sencilla de aprender. En el viaje en tren conoces a muchos pasajeros, algunos serán los compañeros de tu viaje, otros solo serán los compañeros de tu vagón. Algunos seguramente los olvidarás por el camino. Pero no importa, porque todos terminamos nuestro viaje de la misma forma. El tren no se para nunca, debe seguir adelante. Hasta que ya no haya más camino que recorrer. 

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